El crecimiento acelerado es una constante en las ciudades de todo el continente americano debido a su incipiente planificación. Este fenómeno de expansión viene acompañado de diversas complejidades, entre ellas la coexistencia de formas de vida que han surgido en espacios que no han sido planeados en función de estos desafíos e intentan subsistir a toda costa.
En ese contexto, las relaciones entre los habitantes están condicionadas según las posibilidades del medio. Sin embargo, estas oportunidades en el contexto global tienen que ver con el aprovechamiento inmediato y momentáneo, lo que termina conformando un consumo que trae consigo solo desechos. Lamentablemente, este consumo no solo se relaciona con bienes materiales, sino que también con la cosificación de seres vivos que son abandonados y dejados a su suerte, lo que pone en jaque las construcciones morales de la sociedad actual.
Sin duda, este análisis da pie para hacer frente a esta realidad y visibilizar la existencia de nuevas maneras de concebir el entorno, entre ellas: la posibilidad de salir de las estructuras antropocéntricas y relacionarlas con la biodiversidad; la oportunidad de encontrar dentro de la ciudad los espacios remanentes y convertirlos en base a una cultura ciudadana; la factibilidad de activar una conciencia legal y plantear nuevos modelos para la tenencia responsable de mascotas; la apertura en la discusión sobre el vínculo del espacio privado y público, poniendo énfasis en la habitabilidad no solo de los seres humanos sino también de todos los seres vivientes y sintientes.
No hay peor crisis que la de educar a una sociedad sin responsabilidad por la ciudad ni por ese prójimo que nos cuida la vereda. En este sentido, la obra de Felipe Barrios Orrego es una muestra que visibiliza a los perros urbanos o perros vagos que deambulan por la ciudad y la problemática ética y estética que representan. En esta serie se conforma una panorámica con distintas visiones de quienes forman parte del imaginario porteño, y creo que es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con los seres vivos que comparten la ciudad con nosotros.