Extensión Cultural

Cuerpo, línea y narrativas

Claudia Riquelme [email protected]

En realidad, la situación privilegiada del hombre proviene de la integración de su papel biológicamente agresivo en su función social de jefe, de amo; a través de esta, es como las diferencias fisiológicas adquieren todo su sentido. Cómo en este mundo el hombre es soberano, reivindica como signo de su soberanía la violencia de sus deseos[1].Los nudos, al igual que las preocupaciones son invisibles a primera vista. En la madeja, parecieran ser, intersticios, pausas, a veces hebras suturadas hechas de diversas vivencias, entre ellas, hábitos, imposiciones, prejuicios, obligaciones y deberes. Su conjunto forma un nido, a veces refugio, a veces espacio de procreación, quizás desde siempre de dominación y sujeción.
Cuando este nido en apariencia perfecto, se sobrecarga de nudos, es imposible no ver su revés, es en este momento cuando, a veces violentamente, algo más despierta, aparece una profunda y confusa voluntad emancipatoria. En ese momento, debes enfrentar el revés del tejido y comenzar a soltar cada una de las piedras de tu zapato, volver atrás, retroceder para desandar las formas que te rompen por dentro y que te impiden avanzar, mudar de nido o destruir completamente su idea.
Acércate y aléjate de tus propias mordazas entretejidas, hechas nudo, tensiónalas ya que es justamente lo contrario de las cosas, lo distinto de ellas mismas lo que infunde vida[2]. Pausa, debes aprender a nombrar el silencio, es allí donde el nudo como espacio lleno se hunde en el hueco del corazón, vacío. Lo siento, pero necesitas abrazar la quietud de la soledad para conmoverte con el milagro de la existencia y renacer.

Sobre la obra de Claudia Riquelme
Por Nancy Mancilla

[1] De Beauvoir, S. (1999). Capítulo tres: La iniciación sexual. En El segundo Sexo. Los Hechos y los mitos. Buenos Aires: Sudamericana.
[2] Chul Han, B. (2017). La expulsión de lo distinto. Barcelona: Herder.


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Carolina Bielenberg IG@carolinabielenberg

La constante búsqueda de una humanidad profundamente compleja, compuesta por: emociones, sensaciones y vivencias, nos lleva a mostrar la simple línea de un cuerpo que se transforma en un narrador de su propia historia.
La figura humana es el centro del relato y la precursora de él. Ella por medio de su forma, postura y dimensión nos transporta a mirar la emocionalidad y la complejidad, que nos lleva a darnos cuenta que nos hace seres humanos.
El hombre sintetizado en una sola línea nos muestra el inconsistente y potente encuentro entre el cuerpo y  alma. Cuerpos que son constantemente contorneados por una línea que nos muestra la capa más externa y superficial del ser humano. Dejando en evidencia un vacío que da forma a una mancha blanca que poco a poco nos permite observar y darnos cuenta de la capa más interna y profunda del ser, que es el alma, siendo esta muchas veces no mirada y con ello olvidada. Producto de este constante actuar perdemos la facultad de vernos como humanos emocionales. Perdiendo en forma paulatina parte de nuestra propia humanidad y volviéndonos individuos falta de ella.


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